En la órbita de Roma y el primer cristianismo (siglos I-X)
El fin del mundo talayótico llegó con la conquista romana en el 123 a. C, lo que significó la desaparición de las comunidades indígenas en pocas generaciones. Menorca entró en la órbita romana adoptando un nuevo orden político y administrativo, una nueva lengua, el latín, y una nueva religión.
Su integración en las rutas comerciales romanas propició el crecimiento de nuevas poblaciones en torno a los puertos de Mago (Mahón), Yamo (Ciutadella) y Sanisera (Sanitja), un campamento militar situado en el norte. Con el Imperio romano, Menorca se integró en la provincia Tarraconense y las ciudades de Iamo y Mago se convirtieron en municipios en el 73/74 d. C.
Con la desintegración del Imperio romano a partir del siglo V, Menorca quedó bajo la influencia vándala y bizantina, momento en que el arraigo del cristianismo ya era firme, tal y como evidencia la construcción de basílicas para el culto religioso.
A partir del siglo VI, los diversos conflictos en el Mediterráneo y la desintegración del poder bizantino dejó en las islas indefensas ante las incursiones de piratas, normandos y musulmanes.