Mujeres en el Museo
Las mujeres han tenido un papel destacado en la sociedad a pesar que la hegemonía masculina no las ha dejado asumir roles protagonistas.
Una nueva lectura feminista en las colecciones nos confronta a los discursos y estereotipos tradicionales que han configurado el imaginario colectivo desde tiempos inmemoriales. Debemos desaprender la historia y recuperar los referentes femeninos de todos los tiempos para acabar con los roles patriarcales.
Esta nueva mirada a los objetos debe sacar a la luz historias de mujeres invisibilizadas que hasta ahora no habían centrado los temas universales como la salud, el cuidado, la gastronomía, el arte, la música o la ciencia.
Demos la vuelta a los viejos discursos que rodean los proyectiles de piedra para rememorar a las madres de los temidos honderos talayóticos. Aquellas madres instruyeron a sus hijos e hijas en el arte del tiro en honda, tal como lo testimonió Licofró de Calcis, autor romano del siglo I d.C. Recordemos con el mortero que fue una mujer quien emulsionó la primera maonesa.
Las mujeres del mundo rural menorquín, es decir, les madones, tienen un papel relevante en el campo. También como transmisoras de conocimiento, y nos conectan con lo más ancestral y con la memoria común que se fosiliza en objetos que se han empleado cambiando, o no, su fisonomía: una olla, un ungüentario o un caballo de quesar.
Las abuelas, las madres y las hijas son transmisoras de la sabidua y de la custodia de un legado relacionado con los cuidados de la comunidad. Por estos conocimientos primordiales, muchas veces, han sido perseguidas y castigadas. La Inquisición, con personajes como Roberto Bellarmino, representado en una botella del Museo, juzgó tantísimas mujeres consideradas brujas.
La representación de la mujer a lo largo de la historia y del arte va más allá de su presencia en un cuadro. Debemos adentrarnos en la significación de las pinturas: no hemos sido sólo las musas. Así la nueva mirada, y en definitiva, una relectura de las colecciones del museo las empodera porque las mujeres, al fin y al cabo han transmitido derechos, riqueza y legitimidad de linaje. Tomemos de ejemplo a dos mujeres, madre e hija: Eulàlia Poly y Àngela Seguí Poly.
El siglo XIX, fue una época de transformaciones y revoluciones. La mujer estuvo presente en el nuevo mundo industrial que se estaba forjando, a pesar de la estructura patriarcal. Las trabajadoras industriales fueron cruciales en la lucha reivindicativa por los derechos universales, un preámbulo de reivindicaciones que han llegado a la actualidad. La bolsa de plata, simbolizaría a esta mujer trabajadora empoderada en la lucha social.
En Menorca han despuntado muchas mujeres en la ciencia. Grandes pioneras en diferentes campos del saber vinculados al patrimonio cultural, algunas desde el activismo feminista. Es el caso de Margaret Murray que encabezó la primera investigación arqueológica con metodología científica en Menorca. La paleontóloga inglesa Dorotea Bate, descubridora del Myotragus, o las arqueólogas Celia Topp, Maria Petrus Pons o Maria Lluïsa Serra Belabre, directora del Museo de Bellas Artes de Maó.