
Procedencia: Poblado de Trepucó (Maó)
Material: Cerámica
Medidas: Altura 14 cm, diámetro del borde 11 cm; diámetro de la base 12, cm; espesor paredes 1,1 cm.
Cultura: Talayótico final
Datación: Siglo III a.n.e.
Descripción:
La pieza que nos ocupa fue recuperada en unas excavaciones arqueológicas realizadas en el gran poblado talayótico de Trepucó, Maó,. Este asentamiento está situado en el levante de la isla y domina la bocana del puerto de Maó. La encella fue recuperada en el interior de una de las casas adosadas a la muralla y a un talayot periférico que fueron destruidas violentamente a finales del siglo III a.n.e.
Se trata de una encera de cerámica indígena, modelada sin torno, hecha con barro con abundante desgrasante cálcico. El cuerpo tiene forma de pequeño barril irregular que presenta toda una serie de orificios realizados por presión con un bastoncillo sobre el barro fresco, que permiten la salida del suero de la leche en el proceso de elaboración del queso. El borde y la base de la quesera son diferentes. La base es plana, lo cual permite que la pieza se asiente correctamente y se aguante derecha; mientras que el borde, más estrecho que la base, tiene el labio ligeramente redondeado.
Tradicionalmente, hemos vinculado estos objetos con el procesado de productos lácteos, concretamente, con la fabricación de queso; pero este tipo de piezas también se habrían podido emplear para filtrar miel, para la fabricación de cerveza, para quemar incienso y en ciertos trabajos de metalurgia. Ahora bien, su función como colador de leche queda patente gracias a los análisis realizados en las paredes de algunas piezas donde se han detectado restos de grasas lácteas.
En Europa, la fabricación de queso se documenta a partir del sexto milenio a.n.e. en comunidades neolíticas de Polonia. En la Europa Occidental, esta transformación de la leche se detecta a partir del quinto milenio a.n.e., mientras que en la península Ibérica y en las Islas Baleares, será a partir del tercer milenio a.n.e. En cuanto a Menorca, los análisis de fotolitos realizados en las cerámicas del sepulcro de Alcaidús (Alaior) constatan la existencia de conserva de productos lácteos en el tercer milenio a.n.e. elaborados directamente o combinados con cereales.
La ganadería prehistórica de Menorca estaría basada fundamentalmente en la cría de ovejas y cabras, mientras que las vacas, bueyes y cerdos ocuparían un papel secundario. Por lo que sabemos, la cabaña ovina estaría básicamente formada por machos y hembras adultas, así como por machos castrados. Sabemos también que se da una selección de ejemplares para conseguir un aumento en las medidas de ganado. Otro hecho significativo es la edad de los individuos sacrificados, superior a los dos años. Estos tres factores nos indican una gestión del rebaño destinada a la obtención de lana. Si los machos han sido castrados, entonces se obtiene una mayor calidad de la lana. El consumo de la carne de las ovejas, así como el aprovechamiento de la leche de las hembras, sería un recurso secundario.
El caso contrario sería la gestión de los rebaños de cabras, donde se observa un sacrificio de animales jóvenes, de edad inferior a los dos años, y predominan los sacrificios de los machos sobre las hembras. Asimismo, no hay indicios de una preocupación a la hora de seleccionar ejemplares para mejorar el ganado. Los rebaños de cabras estarían formados, básicamente, por hembras con algunos machos para asegurar la continuidad del rebaño y su gestión va orientada a la obtención de leche y de carne, además del aprovechamiento de su piel.
Cuantitativamente, por debajo de los corderos y de las cabras, encontramos los bóvidos y los suidos. Los cerdos se crían para aprovechar la carne y la grasa. En el caso de las vacas y bueyes, se puede observar que se trataría de una explotación de carácter familiar, con uno, dos o tres ejemplares por familia, que cubrirían sus necesidades. Estas irían orientadas sobre todo a la obtención de leche, a la utilización del ganado –tanto machos como hembras- como animales de trabajo, bien sea para labrar o bien para tirar, y, en último lugar, superada cierta edad, serían sacrificados para aprovechar su carne y piel.
Así pues, los habitantes de la Menorca del siglo III a.n.e., obtendrían la leche para hacer queso, yogur y otros productos de leche elaborada como conserva, tanto de las cabras, como de las ovejas y, en menor medida, de las vacas, lo que conformaría sus rebaños. Tal como hemos podido ver, nuestra encella habría sido empleada para la obtención de queso hecho con leche de cabra, oveja y vaca.
Autor ficha: Octavio Pons Machado, Museu de Menorca
Bibliografía:
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PLANTALAMOR MASSANET; Lluís ,(2005): ”Algunes formatgeres del talaiòtic final al Museu de Menorca” in Mayurca nº30 pàg 453-464.